Morena y la política argentina
Morena tenía apenas 11 años. Iba camino a la escuela y fue asesinada por dos marginados para robarle un teléfono celular. El país entero se vistió de luto e impotencia. Su padre lloraba desgarrado, sus compañeritos de aula pedían perdón ante el pequeño féretro en el que la trasladaban hacia su último adiós. Los vecinos contaban, una vez más, que el estado de inseguridad no los deja vivir tranquilos. Todas las maestras de la escuela ya habían sido asaltadas. Pocas horas más tarde Juan Carlos Cruz era ejecutado por dos delincuentes en la puerta de la casa de su madre. El presidente y la vicepresidente de la nación no dijeron nada. No se decretó duelo nacional. ATEN no emitió sonido y el ministro de seguridad de la nación aclaró que no es su jurisdicción... "no tengo por qué meterme". Increíble. Casi todo el arco político suspendió las campañas proselitistas. Una contundente radiografía de la distancia entre lo que la dirigencia debería ser y lo que es. Lo más desolador, la velocidad con la que se aprehende a los delincuentes y se esclarece el caso cuando se trata de una necesidad electoral. Será hoy la ciudadanía la responsable de juzgar en las urnas la pálida actitud de los candidatos presidenciales.
"Con estas cosas no se hace política". Una de las frases más conocidas de la jerga entre los "dirigentes" argentinos. Toda una confesión de parte... Allí donde el conflicto es demasiado e inconveniente no nos metemos. Es justamente ese, el asesinato de dos seres humanos y la marginalidad de sus autores el lugar de la política. ¿Cómo evitar la próxima Morena, el próximo Juan Carlos Cruz o el crecimiento de la delincuencia? No hubo clase magistral, duelo nacional, discursos ni debates... no se notó vocación de servicio, empatía popular, ni siquiera tristeza...
Como nunca, o como siempre, la dirigencia argentina desnudó su verdadero micro planeta. Una espuria constelación de intereses económicos cargada de corrupción estupidez y vanidades. Pero el problema es mucho menos conceptual que concreto. ¿Quién podía en la "clase dirigente argentina" dar un discurso de cierre de campaña con autoridad moral frente a la memoria de Morena? La respuesta es evidente y así lo evaluaron en los bunkers de campaña. Conviene o no conviene. Otra vez, la respuesta es evidente.
La inseguridad junto a la inflación, aparecen como los dos problemas más importantes a los ojos de los argentinos. No son sino la punta de un iceberg. Debajo, existe un problema estructural que tiene por esencia la forma en la que nos pensamos, interpretamos la democracia y la vida en sociedad. La política ha perdido la capacidad de auto purgarse y buena parte de la ciudadanía lo entiende de esta manera. El abstencionismo creciente en las urnas es una prueba más de ello. Hoy los argentinos irán a las urnas a dirimir entre lo malo y lo peor. No habrá algarabía, orgullo ni sentido de pertenencia entre la mayoría de los electores.
Esta noche, los resultados de las primarias devolverán un escenario definitivo de cara a las elecciones presidenciales de octubre. El próximo presidente asumirá una agenda urgida por el mismo contexto de crisis económica al cual estamos acostumbrados. Recibirá también una crisis de representación profunda y la necesidad de refundar la altura moral en la política argentina.