Trastornos alimenticios: una de cada tres chicas los sufre
Los distintos estereotipos de belleza que se tratan de imponer socialmente afectan de muchas formas a los niños y adolescentes. Son aquellos que consumimos desde chicos, en publicidades, en revistas, etc. Incluso en los juguetes, donde las muñecas y muñecos traen ciertas apariencias físicas que indican qué es lo lindo, lo aceptable y lo normal.
Los trastornos alimenticios crecieron de forma exponencial en los últimos años alrededor del mundo, y las estadísticas argentinas no fueron la excepción: una de cada tres mujeres jóvenes sufre de alguna patología relacionada con los atracones, anorexia y bulimia nerviosa. En base a los datos recabados por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), el indicador es un 50% más alto que lo que registró el ente en el año 2001.
Más allá de que aquellas afecciones cuentan con características distintas, algunas cuestiones son similares: la preocupación por el peso, la distorsión de la imagen corporal y el control permanente del estado de salud suelen estar presentes en la mayoría de los casos. Además, y pese a que los trastornos pueden afectar a todas las clases sociales, rangos etarios y géneros, las chicas adolescentes suelen ser las más afectadas.
Al mismo tiempo, los profesionales de la salud resaltaron que los conflictos relacionados con la alimentación pueden ser disparadores de otras patologías vinculadas.
"De manera sencilla, son todas aquellas manifestaciones problemáticas con el objeto-comida, que impactan negativamente sobre la salud, la nutrición y las capacidades psicosociales de la persona", expresó la licenciada en Nutrición Leticia Barcellini.
La preocupación de los expertos radica en las expectativas y los estereotipos que impone la sociedad, impulsadas por el uso constante de las redes sociales y la difusión de una imagen normativa:
"Son los medios, la moda, las dietas y productos milagrosos que pueden funcionar como disparadores porque a través de ellos se transmite un ideal de delgadez, que es inalcanzable.
La pandemia, otro factor de riesgo
Un informe difundido por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos remarcó el efecto de la pandemia de COVID-19 sobre aquellas personas que padecen trastornos alimenticios. Las visitas a los centros de salud vinculadas con la bulimia, la anorexia y los atracones se duplicaron entre los jóvenes de entre 12 y 17 años y los factores de riesgo se vieron claramente incrementados.
El confinamiento provocó una falta de estructura en la rutina diaria, mayores niveles de angustia emocional y modificaciones en la disponibilidad de alimentos debido a los cierres de locales específicos. Al mismo tiempo, se redujo notablemente el acceso a la salud mental de los individuos con trastornos durante la crisis sanitaria, impulsando espacios virtuales que no lograron suplir la presencialidad.
"Algunos chicos se las arreglaron buscando tener control sobre su propio comportamiento, porque estaban aislados y solos", explicó la pediatra que se desempeña en el Boston Children’s Hospital. El inicio de un tratamiento de forma precoz mejora notablemente la evolución y disminuye las secuelas asociadas.
Por último, las especialistas mencionaron que el levantamiento de las medidas impuestas por el covid ayudó lentamente a establecer las rutinas necesarias para las personas que sufren estas patalogias.