Promueven que los clubes cuenten con un programa de salud mental

Tras el caso de Ezequiel Cirigliano, ex futbolista de River que padece esquizofrenia y es paciente psiquiátrico, el licenciado en psicología Fernando Herrera analiza aquí un flagelo cada vez más común en el mundo del deporte.

Luis F. Beltrán / Grupo Post

El lunes pasado se conoció una noticia que generó gran impacto en el mundo del fútbol argentino y sobre todo, en River Plate. Es que el ex futbolista millonario Ezequiel Cirigliano, quien supo ser una de las máximas promesas del club de Núñez en sus inicios, fue detenido por la policía al intentar un robo a mano armada en su barrio.

El futbolista de 30 años fue interceptado por las fuerzas policiales luego de haber ingresado a una casa con una pistola de tenencia ilegal y, según contó el medio Doble Amarilla, hasta habría realizado algunos disparos antes de ser arrestado. La causa por la cual está detenido lleva la caratula de "aprehensión por portación ilegal de arma de guerra y violación de domicilio". Un días después se conocieron precisiones de su presente, pero no relacionadas a lo judicial, sino a la salud, y más exactamente en relación a la salud mental.

La periodista Verónica Drygalio detalló el cuadro que atraviesa Cirigliano: trastorno psicológico contundente y grave. "Ezequiel sufrió muchos golpes en su vida y está enfermo. Es paciente psiquiátrico del Hospital Posadas. Lo atendió Silvia, la jefa de psiquiatría, y le diagnosticó esquizofrenia. Es una enfermedad grave, el paciente escucha y ve cosas que sólo existen en su mente", reveló la periodista con paso por Diario Olé y Crónica.

Además, dio precisiones sobre cómo esta enfermedad diagnosticada perjudicó su carrera y su vida personal: "A Ciri le fue muy bien en Zacapetec (equipo en el que estuvo en México). Tal es así que formó una familia, se casó y tuvo a su segunda hija (tiene otro hijo en una relación anterior). El problema es que no pudo sostener esos vínculos por su enfermedad", sostuvo Drygalio.

Y habló también de hechos que sucedieron con Cirigliano en sus épocas en River relacionadas a este padecimiento: "La salida de River no resultó, como era obvio que iba a pasar porque Ciri en medio de su angustia sólo quería jugar en River. No analicen a partir de una mente sana, hago hincapié en esto porque lamentablemente estamos frente a un enfermo, duele, pero es así. La depresión es terrible". Sin dudas, un caso que pone en atención a todo el mundo del fútbol en relación a la salud mental de los futbolistas, y que lamentablemente se destapó por un hecho delictivo.

Para tratar de ahondar más sobre este flagelo que afecta al fútbol, Baires Post dialogó con Fernando Herrera, licenciado en psicología (matrícula 1309) psicólogo clínico, titular de la cátedra Psicología y Deporte de la Escuela de Periodismo Deportivo de Mendoza, docente universitario de la carrera de Psicología de la UCA y actual director del CENS 3-447 "Roberto Fontanarrosa", ubicado en un barrio de la provincia de Mendoza.

Promueven que los clubes cuenten con un programa de salud mental

 Fernando Herrera

-¿Por qué pensás que suceden estas cosas con chicos tan jóvenes? 

-Es algo que no tiene que ver necesariamente con una cuestión de edad, pero pasa mucho en el fútbol, donde hay una cuestión más marcada. Alguna vez alguien me dijo que el fútbol es demasiado negocio para que sea sólo un deporte, pero también es demasiado deporte para que sea sólo un negocio. Y hay una cuestión a la que estamos asistiendo desde hace un tiempo a la fecha, que tiene que ver con la cosificación de los jugadores y del fútbol en general. Hay dos o tres variables que entran en juego: los jugadores se han transformado en una moneda de cambio, un concepto más de utilidad o de uso. Es decir, si me servís o no me servís en función de determinados objetivos, tanto económicos como deportivos. En función de eso, es entender al éxito deportivo con esta presión de que solamente vale ganar y que mandan los resultados, es algo que está a la vista de todos porque no se pueden sostener ni siquiera procesos de entrenamientos, ni de conformación de grupo ni de contención, porque lo único que vale es el resultado. Eso implica que al club le va dar la posibilidad de obtener una mayor ganancia en términos deportivos y económicos. Pero en términos personales, también está puesto en el fútbol los hechos de violencia que muchas veces se ponen por fuera, y es algo que está sucediendo mucho tanto en el fútbol infantil como en el profesional. Y en estos casos, como el de Cirigliano o como pudo haber sido en su momento el suicidio del “Morro” García, esa violencia en lugar de exteriorizarse se vuelve contra sí mismo, y de ahí deviene el deterioro subjetivo con enfermedades como la depresión y algunos otros trastornos psicológicos. Es decir, no puedo cumplir con las expectativas del club, ubicado en el ideal del yo que tiene que ver con las exigencias familiares, sociales, culturales, más lo propio, que es lo que quiero ser yo desde una cuestión más narcisista y en términos de inconsciente. Todo eso termina siendo un combo muy fuerte, que por ahí en el deporte amateur no está tan marcado. 

-Hay una periodista que denunció en redes sociales que River le dio la espalda en un momento en el que el chico necesitaba ayuda. ¿Cuánto de negligencia de los clubes hay en estos casos?

-Tiene que ver con los recursos internos que uno puede manejar y que a lo largo de su vida ha ido adquiriendo. Y en ese sentido, fijate que también que todos estos casos que terminan en depresiones o trastornos psicológicos hay detrás como una historia de familia bastante debilitada en diferentes aspectos. Uno de los aspectos que el fútbol tiene mucho más que en otros deportes es el desarraigo, ¿cuántos jugadores del interior del país se van de pequeños y dejan todo? Un montón. Ahí es donde el fútbol empieza a cumplir una especie de función de familia. Es lo que se conoce como grupo primarizado, y en el chico empiezan a ejercer estos roles, a nivel inconsciente, el club, los dirigentes, sus entrenadores y compañeros. A todos ellos el chico los hace jugar como si fuesen una familia. Obviamente que ante la negativa, el rechazo o la situación de algún tipo de resistencia por no cumplir esas expectativas que se tienen, la vivencia que puede aparecer es ni más ni menos que la del abandono psíquico, algo que es intolerable. Es donde entran a jugar los recursos adaptativos que cada uno tiene. Es ahí donde muchas veces se deposita en los clubes una responsabilidad. Y los clubes no responden a veces de esa manera, porque justamente lo que exige tiene que ver con otras cuestiones como el éxito deportivo, el resultado, el negocio y otras variables. ¿Legalmente están obligados los clubes? No, tiene que ver con una cuestión más ética si se quiere. 

-Poco antes de quitarse la vida, Mansur declaró públicamente que el “Morro” García era un líder negativo. Y con respecto a Cirigliano, en 2014, D’Onofrio expresó en los medios: “si no se da cuenta que es un profesional y que está en River, Cirigliano va a terminar siendo el jardinero del club”. ¿Cuánto afecta todo eso en llevar adelante una determinación trágica? 

-Eso justamente tiene que ver con poner en el club a nivel inconsciente los vínculos que uno tiene en términos familiares. Es decir, el club empieza a cumplir este rol de familia. Sería trasladar mentalmente de manera inconsciente la estructura familiar que tenés de chico al club. Entonces, los dirigentes, quienes tienen el poder y la autoridad, vendrían a ser como los padres. Es decir, que para estos jugadores es como que su padre les diga “vos no servís”, “vas a terminar de jardinero” o “sos un líder negativo''. Imagináte cómo puede impactar eso en la psiquis de una persona que ha colocado en ese rol esa responsabilidad. Por eso todas las personas que ejercen el rol de autoridad tienen que ser muy responsables a la hora de declarar. No es menor la tarea ni la responsabilidad. Y en eso me parece que sí hay una falta de cultura y de no hacerse cargo de esta responsabilidad. No se trata de decir cualquier cosa, total se la tienen que aguantar. Esto mismo lamentablemente también se ve en las inferiores de muchos clubes. 

-Hay una estadística que establece que en la actualidad son muchos más los jóvenes y niños deportistas o futbolistas que acuden a terapia con respecto a algunos años atrás. ¿Cuánto tuvo que ver el tema de la pandemia? 

-Es una variable que no es menor, estamos hablando que durante casi dos años hubo un ataque sistemático y una destrucción a la posibilidad de construir y generar vínculos. De pronto, tenés que enfrentarte a una situación en la que se te exige y quedás expuesto, etc. ¿Qué pasó con esos recursos? Si tuviste la suerte de contar con una estructura familiar que te pudiera dar algunas herramientas, a lo mejor va a poder zafar. Si no, estamos en problemas. Y en nuestra sociedad donde los adultos responsables estamos más preocupados en cómo obtener un mango y en cómo resolver los problemas personales, muchas veces desatendemos estos espacios de vínculos, de diálogo, de fortalecimiento de los más chicos. Entonces, lo que hacen los chicos es trasladar esa imagen al cuerpo técnico, a los dirigentes, y entonces su palabra pasa a incidir de manera directa. Hoy en día, por suerte, la mayoría de los clubes tienen un psicólogo o algo que puede llegar a ayudar. Eso sí, un solo psicólogo no va a poder acompañar a 300 chicos. A lo sumo, en el mejor de los casos, podrá llegar a hacer una buena derivación. Pero no más que eso. 

-Cirigliano era paciente psiquiátrico del hospital Posadas, donde le habían diagnosticado esquizofrenia. ¿Cuánto puede haber influido ese trastorno de personalidad en el vuelco que hizo su carrera? Pasó de ser el 5 titular y capitán de River a desaparecer del mapa. Incluso llegó a jugar en un equipo del ascenso italiano porque su papá estaba preso en aquel país. 

-Un montón. ¿Un esquizofrénico puede jugar al fútbol? Sí, claro. ¿Le sirve? Por supuesto, porque justamente lo que aporta la estructura de un equipo en este caso son parámetros claros, una estructura externa de referencia ante una realidad interna que no tengo. Al caerse esa estructura externa, lo que le genera al paciente es una no estructura, entonces queda totalmente desvalido y todo ese desvalimiento psíquico remite a todas estas situaciones de abandono sufridas en la infancia, se reeditan. Entonces, con esa situación de que el papá está preso, aquello que lo debía contener se le va, se le corre y ese corrimiento de la estructura externa lo deja en una situación de mucho desvalimiento psíquico. 

-Si bien nadie imaginaba el final trágico, en el caso del “Morro” García, por ejemplo, venía dando señales de estar depresivo. Quería jugar en Godoy Cruz, no lo dejaban, tampoco podía volver a Nacional, hacía un año que no veía a su hija… En el caso de Cirigliano, después de jugar en River, vivió el desarraigo e incluso afirman que estuvo a punto de quitarse la vida. Más allá de la detención por el delito que cometió, ¿qué habría que hacer con un paciente de este tipo? 

-Urgente tiene que estar en el contexto de un tratamiento psicológico y psiquiátrico, claramente. Y en función de eso ver qué ventana terapéutica posible se puede abrir como para darle algún tipo de estructura, más si tiene una esquizofrenia necesita sí o sí medicación para estabilizar el ánimo y a partir de ahí poder ayudarlo encauzar su vida en función de algo propio, productivo y que se sienta responsable y autor de su propia vida. Ahora, si volvemos a la pregunta de si el club tuvo algo que ver con esto, te digo que sí pude haber sido el desencadenante de todo esto. Pudo haber hecho una derivación más responsable. Y no sólo por Godoy Cruz, los clubes en general deberían trabajar y estar más atentos a estos signos de algunos chicos para poder en algunos casos solicitar un abordaje.

Promueven que los clubes cuenten con un programa de salud mental

-Muchas veces se pone de manifiesto el “falso estereotipo” que hay respecto del jugador de fútbol profesional. “Ganan millones, lo tienen todo”... suele decirse así de manera tan liviana. ¿Creés que todo esto es un fuerte llamado de atención no sólo para los clubes profesionales sino también para la sociedad? 

-Totalmente, porque lo único que se pone en valor es el tema de lo económico, y no es la única variable. Hay cuestiones emocionales que no siempre se tienen en cuenta porque ahí entra a jugar lo otro: lo único que vale es el éxito deportivo. Y siempre queda lo emocional en un segundo plano. La idea de grupo, la conformación de lazos sociales que te da un lugar de pertenencia a una institución o a un grupo determinado que eso también fortalece la estructura yoica. 

-Si fueses dirigente de River o de alguno de los clubes por donde pasó Cirigliano, ¿qué harías con él?

-Primero, se tiene que plantear algún tipo de programa. A mí me gustaría escuchar algún programa que tenga que ver con la salud mental, donde no sólo se entrene el alto rendimiento si no también el cuidado y la contención para estar vigilantes y atentos a estos proceso grupales. Cuando se detecta alguna instancia individual, complicada y compleja, al menos tener la cuestión ética de hacer la derivación correspondiente con adultos de referencia y certificar todo eso. Pero no tienen que ser cuestiones aisladas, sino venir de la mano de un programa de salud mental, especialmente en las instituciones de primer nivel del fútbol argentino.

-¿Puede ser que un deportista esté padeciendo de depresión y no se de cuenta?

-Depende mucho de las edades y los tránsitos de la vida. En inferiores los bajones deportivos a veces son señales o signos de que se puede estar atravesando un estado emocional deprimido. Que no necesariamente significa una depresión en términos psicopatológicos. La depresión como entidad diagnóstica tiene que tener una serie de signos y de síntomas que no necesariamente van de la mano con el bajón deportivo. Eso sí, el bajón deportivo puede llegar a ser una señal en la que uno tiene que mirar, indagar e investigar y despejar si se trata de un factor exógeno. Por ejemplo, se murió un ser querido, es lógico que por el duelo que estoy atravesando la cabeza del deportista esté en otro lado. Pero tiene que ver con la cuestión de la transitoriedad. Ya cuando algo se pone más permanente, uno se tiene que alertar de otra manera. 

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-Por ejemplo, las señales que viene dando Benedetto en los últimos partidos, ¿pueden ser las de un deportista deprimido?

-Si bien eso se analiza más en lo individual y en un contexto de mayor intimidad terapéutica, lo que veo en Benedetto es un muchacho que a lo mejor sí ha tenido alguna frustración en término de éxitos personales y ha visto la posibilidad de volver a un club donde pude quedar como un referente y eso le daba un lugar distinto. De hecho, ha tenido y tiene el banque de la dirigencia, eso te posiciona como el hermano mayor en la casa y te da un microespacio de poder. Entonces, desde ahí él trata de buscar su lugar. Sin embargo, el tema que lo haya exteriorizado de mala forma, en términos psicológicos tiene mejor pronóstico que aquél que toda esa ira la lleva contra sí mismo. Es una conducta exteriorizada que uno puede llegar a trabajar. Tiene que ver más con el descontrol impulsivo producto de frustraciones o que las cosas no salgan como yo quisiera que por una cuestión de depresión, que generalmente va acompañada de sentimiento más melancólico o de culpa. 

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