Lola, la niña que hoy disfruta de su identidad y crece feliz

A los 8 años, les contó a sus papás que era mujer y pidió tener su DNI. "Tener el documento es que figure, ante el mundo, que ella es quien ella dice y nadie puede decir otra cosa", expresó orgullosa su mamá.

Lola Correa nació un 10 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, encasillada en un género que no sentía propio. A los 8 años, exactamente un 8 de marzo, luego de una larga charla con su maestra de grado, se animó a decirle a su papá, primero, y luego a su mamá que ella era una mujer. Romina y Gabriel (papá de Lola), un poco asombrados y otro poco asustados, decidieron averiguar qué hacer y cómo hacerlo, se armaron de coraje y salieron a recorrer calles y oficinas para ayudar a su hija.

Cuando Lola les contó a sus papás que era Lola, lo primero que pidió fue su DNI porque se dio cuenta de que con eso accedía a un montón de cosas. "Tener el documento es que figure, ante todo el mundo, que ella es quien ella dice y nadie puede decir otra cosa", expresó Romina Candaloro, mamá de Lola Correa.

Lo primero que había que hacer era rectificar su partida. Cuando lo hicieron fue un paso enorme. "Tuvimos un abogado, que nos brindó la defensoría, y que nos comentó sobre los papeles que teníamos que llevar. Lo hicimos en Capital Federal, porque vivíamos allá, pero hace ya un año que vivimos en Merlo", contó Romina.

Desde ese 8 de marzo, cuando ella les contó que es Lola, pasaron más o menos tres meses y ya tenía rectificada su partida y su DNI en mano.

Además de asesorarlos, el abogado era el encargado de constatar que Lola lo hacía porque ella quería y no por obligación o porque fuera forzada. "Cuando hicimos el trámite de la rectificación la trataron superbién, era la primera vez que hacían eso con una persona tan pequeña. Que en la partida de nacimiento figure que tu hija es del sexo femenino es muy fuerte. Es como que te das cuenta de que es real, que se puede y que está todo bien", relató Romina.

La Ley de Identidad de Género le permitió ser quien era. "Si el Estado te reconoce por lo que sos, no hay más nadie que te pueda decir otra cosa. Los logros son así, pasito a pasito", añadió la mamá.

Un antes y un después

Romina y Gabriel no fueron los primeros en darse por aludidos sobre lo que Lola sentía. Todo comenzó en la escuela.

"Hay algo de lo que me entero después en una charla que tuve con la maestra. En el colegio estaba teniendo una clase de ESI (Educación Sexual Integral) y en la clase hablaban de que una mujer, cuando sea grande y quisiera, podía ser mecánica, podía ser doctora; o sea, que tu sexo no definía qué profesión elegir al ser grande", recordó Romina. Esa charla con la maestra y los compañeros y compañeras fue un antes y un después para la vida de Lola.

"La seño les preguntó qué querían ser cuando fueran grandes, algunos levantaron la mano y dijeron un par de cosas. Cuando le tocó a Lola, ella dijo: 'Yo quiero ser mujer'. Ahí a la maestra se le prendió una alarma y empezó a trabajar con el tema de la identidad de género y la importancia", agregó.

Unos días después, Lola salió del colegio y con mucho entusiasmo y feliz le contó a su papá quién era, una mujer. "La ESI le dio a Lola las herramientas para que ella pudiera poner en palabras lo que le estaba pasando. Después nos contó que desde los 6 años que sabía esto, pero no sabía cómo decirlo, no tenía las palabras, no entendía qué le pasaba", dijo Romina.

La mudanza a Merlo

A los 9 años, Lola se mudó con su mamá, papá y sus dos hermanos a la Villa de Merlo. Allí tuvo que rehacer su vida, conocer nuevos amigos y amigas, comenzar en otra escuela. "Por un tema de seguridad, para que ellos vivan sus infancias más libres, puedan ir y venir, nos mudamos acá a Merlo hace un año aproximadamente", contó Romina.

Al principio el choque cultural fue bastante grande, tanto para Lola como para toda la familia. "En la provincia me han planteado mucho el 'vos la dejaste vestirse de nena de chiquita con vestido, vos tal vez le diste mucho lugar'. Va mucho más allá, te puedo asegurar que como madre no es algo que pueda cambiar", expresó.

En la provincia ya la conocen como Lola, aun así ella quiere contar su historia y que sepan que es trans, asegura su mamá. "Acá fue un poco duro la verdad, en el colegio como que no sabían mucho. Yo hablé con el Ministerio de Educación y comenzaron a dar charlas. Ahora las maestras me dicen que están más armadas, antes no tenían información y tenían miedo. Ahora ya hasta tienen un protocolo", agregó Romina, quien además se unió con varias vecinas de la ciudad y lograron conformar una asociación tendiente a la ayuda y acompañamiento de padres, madres y personas trans.

Para contactarse con ellas pueden hacerlo a través de las redes sociales Familias Trans Merlo SL o por mail a familiastransmerlosl@gmail.com.

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