Racing campeón en una final con escándalo
Alcaraz, de cabeza, convirtió el gol que le dio a la Academia el Trofeo de Campeones. Se picó en el final y hubo diez expulsados.
Y por fin se le dio a Racing, nomás. Lo ganó porque fue a buscar la final hasta el final. Lo ganó porque lo peleó toda la liga pasada. Lo ganó, también, por la forma en la que lo perdió en esa última fecha dramática. Por eso la emoción, las lágrimas, los abrazos, el desahogo. Por eso este grito tan postergado, tan necesario, tan merecido. De sus jugadores y de su gente...
Le ganó Racing el Trofeo de Campeones a Boca, que en la previa le mostró los dos copas del 2022, la sangre en el ojo. Lo ganó Racing y festeja un título que viene a ser una recompensa a su juego, a su búsqueda, a su insistencia, a su capacidad de resurrección.
Todas la polémicas de Boca- Racing
Lo ganó Racing de manera agónica, 2 a 1. Así, a lo Racing. Con un gol de cabeza de Alcaraz a los 13 minutos del ST del suplementario, con sufrimiento, hasta con tole-tole, por esa pica entre ambos equipos que se trasladó a la cancha y terminó en un escándalo de diez expulsados en total de un lado y de otro, entre jugadores de campo, los que habían salido, los que nunca entraron y hasta Ibarra, el DT xeneize.
Lo ganó Racing antes del pitazo final porque Boca se quedó con seis jugadores (rojas a Villa, Varela, Fabra, Advíncula y Benedetto, vía VAR por hacer un gesto inapropiado, más Zambrano y Pulpo González afuera), en una definición inédita, con un récord histórico: nunca hubo tantos echados.
El equipo de Gago, que también tuvo su redención, que justo viene a celebrar su primer título como DT contra Boca, fue paciente, fue insistente, fue incisivo en el final, cuando su rival se quedó con nueve . Y ahí, fue por más. Y ahí, acorraló a su rival. Y ahí, lo ganó. Porque lo quiso como nadie. Porque jugó dos partidos de 120 minutos en cinco días (el miércoles, la semi contra Tigre). Porque empezó perdiendo los dos. Porque los dio vuelta los dos. Porque nunca se rindió. Porque siempre tuvo fe.
También, porque hasta Alcaraz tuvo su revancha, la mejor revancha, después de ese tiro en el palo que le sacó la victoria en el ST. También, porque revirtió un partido que en el comienzo se le presentó desfavorable, porque Boca de entrada lo dominó, lo acorraló, le mostró la chapa. Sin embargo, tanto buscó Racing su estrella 38, que al final la consiguió, se la colgó en el pecho, se la ofreció a su gente.
Racing fue campeón, también, porque se recuperó rápido del 0-1 de Briasco con ese golazo de Rojas que venció las manos de Rossi. Y porque de a poco fue remando el partido hasta doblarle la muñeca a su rival, a pesar del desgaste físico y de desarrollo intenso, porque ya en el ST casi no hubo respiro: fue de ida y fue de vuelta. Y ahí le puso garra, corazón y vida. Perdió a Carbonero por su pelea con Villa e igual fue por más. Perdió a Miranda por una lesión en la rodilla y fue por más. Y cuando después del 2-1 había perdido a Alcaraz (también en el escándalo vio la roja Galván, en el banco), el partido se terminó.
Hubo cantitos. Hubo cargadas. Hubo abrazos. De todos y para todos. De esos que se sienten, que penetran, que llegan al alma. Racing estaba herido. Racing se sentía castigado por esas cosas del fútbol, del destino, de la suerte. Racing se sacó una mochila enorme, la de llegar y no poder coronar, la de nadar y nadar y quedarse en la orilla, la de merecer y no tener. Este equipo necesitaba este título, esta recompensa. Y que fuera justo contra Boca, lo hizo todavía más especial. El año 2022, el que parecía maldito, lo despide con una la alegría inolvidable. Y con la estrella 38... ¡Salud, Academia!
Fuente: Olé