Biosólidos: qué tipo de solución ofrecen para una fertilización ecológica
Estos subproductos del tratamiento de efluentes cloacales son económicos para el buen tratamiento del suelo. Se han transformado en una apuesta por un futuro más sostenible.
En la era del cambio climático, la economía circular surge como un salvavidas para el planeta, transformando desechos en recursos valiosos. En este contexto, los biosólidos, subproductos del tratamiento de aguas residuales, ofrecen una solución prometedora, especialmente en la producción forestal. Provenientes del tratamiento de efluentes cloacales en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), estos materiales presentan ventajas tanto ambientales como económicas.
Entre barro y biosólidos
Los biosólidos son el resultado del tratamiento de aguas residuales. Cada vez que usamos el inodoro, la ducha o el lavabo, el agua que se va por el desagüe lleva consigo materia orgánica, microorganismos y contaminantes. Esta agua residual no puede ser liberada al ambiente sin tratamiento, por lo que es recolectada y enviada a plantas de tratamiento.
En estas plantas, el agua residual pasa por varios procesos de depuración. La fracción sólida, compuesta por materia orgánica y otros residuos, se separa del agua tratada y se somete a procesos de estabilización e higienización. Este subproducto sólido se conoce como barros cloacales. Una vez que estos barros son procesados para eliminar patógenos y reducir olores, se convierten en biosólidos.
No son desechos, son nutrientes
La reutilización de biosólidos ofrece múltiples beneficios que van más allá de la simple reducción de residuos. Al ser ricos en nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y materia orgánica, los biosólidos mejoran la fertilidad y sus propiedades físicas, químicas y biológicas, incrementando la producción de cultivos y reduciendo la necesidad de fertilizantes químicos. Esto no solo disminuye el impacto ambiental asociado con la producción de fertilizantes sintéticos, sino que también contribuye a una agricultura más sostenible.
Según Hernán Kucher, docente de la cátedra de Química Inorgánica y Analítica de la Facultad de Agronomía de la UBA, el uso de biosólidos podría reducir los costos operativos de las plantas depuradoras en un 50%, facilitando la expansión del sistema de saneamiento. Actualmente, solo el 66% de la población tiene acceso a estos servicios, y la reducción de costos podría mejorar esta cobertura, especialmente en comunidades vulnerables.
Junto a un equipo de especialistas, Kucher ha llevado a cabo un ensayo detallado sobre la utilización de biosólidos como fertilizantes en plantaciones de sauces. En esta investigación, se compararon dos métodos de estabilización de biosólidos: la digestión anaeróbica (sin oxígeno) y el compostaje (con oxígeno). Los resultados preliminares mostraron que los biosólidos compostados no aumentaron las emisiones de óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero, en comparación con las parcelas sin enmiendas. Por otro lado, los biosólidos digeridos anaeróbicamente generaron mayores emisiones que las parcelas sin aplicación, aunque estas emisiones fueron menores que las producidas por fertilizantes sintéticos como la urea.
Son buenos si los sabemos usar
A pesar de sus beneficios, los biosólidos deben ser manejados con precaución debido a los riesgos que pueden presentar. Estos materiales pueden contener contaminantes como metales pesados, patógenos y compuestos orgánicos persistentes. Si no se tratan adecuadamente, estos contaminantes pueden liberarse al medio ambiente, causando daños a los ecosistemas y riesgos para la salud humana.
Los metales pesados pueden acumularse en el suelo y las plantas, ingresando a la cadena alimentaria y causando toxicidad en humanos y animales. Los patógenos, como bacterias y virus, podrían contaminar el agua potable y los cultivos, aumentando el riesgo de enfermedades. Los compuestos orgánicos persistentes pueden permanecer en el ambiente durante largos periodos y afectar la salud humana y la vida silvestre.
Para minimizar estos riesgos, los biosólidos deben someterse a procesos de tratamiento que eliminen o reduzcan significativamente los contaminantes. Precisamente, el compostaje y la digestión anaeróbica son métodos eficaces para estabilizar los biosólidos y disminuir su carga de patógenos y metales pesados. Además, la aplicación de biosólidos al suelo debe ser controlada y monitoreada para asegurar que los niveles de contaminantes se mantengan dentro de límites seguros.
Ayuda a rehabilitar y a regenerar
El uso de biosólidos en la agricultura y la silvicultura no es una idea nueva y ya se practica con éxito en varios países alrededor del mundo. En diversas regiones de Estados Unidos, los biosólidos se utilizan como fertilizantes en la producción de cultivos comerciales y pastizales. La Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) regula estrictamente su aplicación para garantizar la seguridad y efectividad.
Algunas provincias canadienses tienen programas robustos para el uso de biosólidos en la agricultura, donde se aplican a tierras agrícolas y forestales para mejorar la fertilidad del suelo y promover el crecimiento de cultivos y árboles. También en Australia se emplean ampliamente en la rehabilitación de tierras degradadas y en varios países europeos, incluidos el Reino Unido, Alemania y Francia, los biosólidos se utilizan en la agricultura bajo estrictas regulaciones que aseguran la protección del ambiente y la salud pública.
Hacia un Futuro Sostenible
Estos países han demostrado que los biosólidos pueden ser una fuente viable de nutrientes para los cultivos cuando se manejan adecuadamente. La investigación de Kucher y su equipo podría allanar el camino para que Argentina adopte prácticas similares, promoviendo una agricultura más sostenible y eficiente.
Fuente Infobae