Neuquén, la vara tan alta como la oportunidad
Con la presentación de los presupuestos se exhibe la oportunidad para Neuquén. El contexto de ajuste nacional en contraste con el mundo vaca muerta. Lo niveles de recaudación y superávit elevan la vara y desafían a la política regional.
Se acerca fin de año, los balances de lo que fue el 2024 y las expectativas para el 2025 comienzan a ser tema de conversación en la política neuquina. El gobernador Rolando Figueroa y el intendente Mariano Gaido presentaron sus proyectos de presupuesto. Les toca a los poderes legislativos cerrar el año con la discusión y aprobación o no de las previsiones en las cuentas públicas. En ambos casos se prevé que la aprobación se dará antes de fin de año y el próximo periodo iniciaría con aval para las metas y objetivos de los oficialismos.
Algunos datos en común. La provincia y su capital tendrán presupuestos superavitarios. Más allá del contexto nacional, los recortes de partidas y la decidida política de austeridad que los libertarios cuidan con celo desde la casa rosada, en la región vaca muerta es cada vez más palpable y abultada la recaudación por regalías. El orden en ambas administraciones es un dato y el resultado de la ecuación despierta optimismo: una oportunidad para que la política haga las cosas bien.
"Estamos en la antesala de un cambio exponencial" definió el jefe de gabinete, Juan Luis "Pepé" Ousset, consultado sobre el periodo que inicia. No es para menos. Un presupuesto provincial que alcanza, números redondos, los 5.900 millones de pesos contra erogaciones previstas por 4.500 millones. En esas cifras se incluyen 900 mil millones de pesos para obras e infraestructura cuyo déficit calcula el gobierno en 4 mil millones de dólares. Todo ello sobre una estabilidad macroeconómica en la que se estima una inflación del 18 por ciento y un tipo de cambio estable con un de +/- 1200 pesos el precio del dólar.
Aunque el dato más significativo llegó de la mano de los acuerdos salariales. Un presupuesto con "las paritarias adentro" permite especular con un año que le agrega a la salud financiera, la previsión de baja conflictividad política puertas adentro del sector público. La oportunidad es inminente. Se trata de administrar una provincia pujante, cuyas urgencias ordenadas deberían permitir pensar en el futuro. Una situación extraña para una provincia argentina que eleva la vara y exige afrontar los cambios estructurales tantas veces postergados.
La municipalidad de Neuquén goza de variables parecidas. Las estimaciones de gastos en la gestión Gaido alcanzan los 408 mil millones de pesos. De ese monto, 163 mil millones irán a obras. "Es el año con mayor superávit en la historia de la ciudad" resumió la jefa de gabinete municipal María Pasqualini. En rigor, el superávit alcanza los 158 mil millones de pesos. El esquema previsto es similar a todos los presupuestos presentados por la actual administración: un tercio para obras, un tercio servicios y un tercio para gastos de funcionamiento. Dos datos significativos: rebajas impositivas para dinamizar el sector privado, y masa salarial de sólo un 28 por ciento, la más baja del país.
El mérito y el problema de tener dinero
La administración eficiente y los aumentos en la recaudación llegan con su contraparte. En medio de la discusión sobre la naturaleza y el rol del Estado, aparece el desafío de demostrar que la administración pública tiene algo que ver con el bienestar de los ciudadanos. Un desafío inquietante. Ya no se trata de las grandes explicaciones retóricas para justificar por qué las cosas no se hacen. Serán tiempos de demostrar que la política es capaz de generar cambios y desarrollo. En los intersticios de la grieta nacional entre el Estado presente y el Estado ausente, Neuquén tiene la oportunidad de transformar. La innovación, la creatividad y la prepotencia de trabajo en el sector público aparecen como variables a observar. ¿Qué se hizo con la oportunidad que tuvo Neuquén? Será la pregunta disparadora de los debates de un futuro no tan lejano. La vara es alta. Las decisiones no están constreñidas por las urgencias financieras y las exigencias ciudadanas responderán al optimismo que la propia política provincial se encarga de viralizar.
Todo ello ocurre en las vísperas de un año electoral. El discurso de la neuquinidad intentará imponer un eje de discusión propio: los intereses de la provincia frente a los partidos nacionales. Una historia conocida para los neuquinos. Esta vez, en circunstancias propicias para ofrecer el modelo provincial como una alternativa válida y distinta. El Estado, bien administrado, sirve y tiene sentido. Tal vez, en esta oportunidad, Neuquén sí aproveche su incalculable oportunidad. Con pocas restricciones, la pelota está ahora del lado de la dirigencia política.