
¿Nos estamos divorciando menos… o simplemente de otra manera? Durante el primer semestre de 2025, los tribunales de Río Negro registraron 593 causas por divorcio, una cifra menor a los picos de los últimos años, pero que mantiene una constante: más de mil matrimonios se disuelven cada año en la provincia.
El dato, aportado por el Centro de Planificación Estratégica del Superior Tribunal de Justicia (STJ), muestra un leve descenso respecto a 2024 (1.240 casos) y una caída más marcada frente al récord de 2023, cuando se dictaron 1.529 sentencias. Sin embargo, el número sigue siendo significativo si se lo mira en perspectiva: detrás de cada expediente hay una historia, un cambio vital y, muchas veces, una nueva forma de familia.
Desde la reforma del Código Civil y Comercial, divorciarse en Argentina se volvió un trámite más ágil y menos conflictivo. Ya no hace falta explicar las razones ni contar con el acuerdo de ambas partes. El proceso puede ser iniciado por una sola persona y resuelto judicialmente en pocas semanas.
En Río Negro, los casos se distribuyen entre 16 organismos judiciales en toda la provincia, con fuerte presencia en Viedma, Roca, Cipolletti y Bariloche. El volumen judicial muestra algo más que estadísticas: habla de cómo cambian los vínculos, de una sociedad que no necesariamente fracasa, sino que reconfigura su manera de amar, convivir y separarse.
El informe del STJ también da cuenta de un contexto más amplio: en el mismo período se iniciaron 10.357 causas en el fuero de familia, un 10% más que el año anterior. Entre ellas, 6.485 estuvieron vinculadas a situaciones de violencia intrafamiliar o de género.

La cifra interpela: ¿es el divorcio una causa o una consecuencia de esa violencia? ¿O una salida posible?
En ese mapa, las separaciones formales aparecen menos como un drama y más como un síntoma de los tiempos. Relaciones que se transforman, modelos de familia que mutan, vínculos que buscan nuevos equilibrios.Aunque las estadísticas marquen una leve baja, el número de divorcios sigue alto y estable. En tiempos de incertidumbre económica, redefinición de roles y nuevas formas de convivencia, la pregunta parece inevitable:
¿Estamos ante una sociedad que se separa más… o que simplemente elige vivir de otra manera?