Argentina podría estar a las puertas de un hallazgo histórico, el mayor tesoro de energía amarilla de Sudamérica. El país se perfila como un actor clave en la producción de uranio, un recurso altamente codiciado por las potencias mundiales debido a su papel estratégico en la generación de energía nuclear y aplicaciones tecnológicas.
La noticia toma relevancia tras la XVII edición de Argentina Mining 2025, celebrada en Mendoza, donde se congregaron representantes de más de veinte países, empresas, gobiernos, universidades y proveedores del sector. El evento marcó un hito, no se realizaba en la región cuyana desde hacía 17 años, y evidenció un cambio profundo en la percepción de la minería en Argentina.
“El lugar que antes simbolizaba la resistencia a la minería, hoy se ha transformado en un emblema del desarrollo minero nacional”, destacó Roberto Zenobi, ingeniero en minas y exdirector del área, en diálogo con medios. Por su parte, el gobernador Alfredo Cornejo anunció la implementación de cuatro leyes claves para promover una minería sostenible en la provincia, consolidando así un nuevo marco regulatorio para atraer inversiones y modernizar la industria.

Río Negro: el epicentro del uranio argentino
En este contexto, todas las miradas se dirigen hacia la provincia de Río Negro, donde la compañía Blue Sky Uranium, junto a su socio local Ivana Minerals S.A., completó un ambicioso programa de 4.959 metros de perforación de relleno dentro del proyecto Amarillo Grande. Los estudios geofísicos realizados detectaron posibles nuevas áreas de mineralización, lo que permitirá planificar futuras perforaciones diamantinas y avanzar hacia el Estudio de Prefactibilidad.
Este paso es clave: el informe definirá si el yacimiento puede transformarse en un distrito de uranio de escala mundial. Las exploraciones realizadas hasta el momento ya confirmaron la presencia de uranio, plata, cobre, cobalto y tungsteno, configurando un corredor mineralizado de más de 2,4 kilómetros de longitud y hasta 1 kilómetro de ancho, a profundidades de entre 40 y 60 metros.
De confirmarse las proyecciones, el depósito de Ivana podría convertirse en un nuevo polo de producción de uranio, posicionando a Argentina como un jugador estratégico en el mapa energético global.
El poder de la “energía amarilla”
Aunque el uranio es de color gris plateado o blanco, tras su procesamiento se convierte en un polvo amarillo intenso, conocido como “yellowcake”, producto del óxido de uranio. De allí deriva el término energía amarilla, un recurso esencial tanto para la generación de electricidad como para usos militares.

Con el proyecto Amarillo Grande, Argentina no solo busca diversificar su matriz energética, sino también consolidar su inserción en el mercado nuclear internacional, atrayendo inversiones y potenciando su desarrollo científico y tecnológico.
Si los próximos estudios confirman el potencial estimado, Río Negro podría albergar el mayor reservorio de energía amarilla de la región, un hallazgo que pondría al país en el centro de la disputa global por los recursos energéticos del futuro.
Fuente: Medios







