Durante décadas, comprar asado en la Patagonia implicó pagar un sobreprecio respecto del resto del país. La barrera sanitaria, los mayores costos logísticos y una oferta más acotada explicaban por qué los consumidores del sur argentino afrontaban valores sensiblemente más altos por uno de los cortes más emblemáticos de la mesa nacional. Sin embargo, ese escenario histórico comenzó a modificarse de manera acelerada y hoy el mercado atraviesa una situación inédita: el precio del asado en el norte de la Patagonia es muy similar al del resto del país, algo que no ocurría desde hace más de 20 años.
La flexibilización de la barrera sanitaria, que habilitó el ingreso de carne con hueso desde el norte del río Colorado, tuvo un impacto directo en las góndolas de Río Negro y Neuquén. El efecto más visible fue una baja abrupta del precio del asado, que redujo drásticamente la brecha histórica que convertía a la región en una “isla” de precios altos dentro del mapa cárnico argentino.
El alivio para los consumidores patagónicos, sin embargo, no fue permanente. Según datos recientes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), durante el último mes el precio del asado en el norte de la Patagonia volvió a subir. En el Alto Valle, el valor promedio por kilo alcanzó los 13.990 pesos, consolidando una tendencia de aumentos que se observa desde mediados de año.
La suba mensual fue cercana al 4%, un incremento que superó claramente la inflación de noviembre, estimada en torno al 2,5%. Esto confirma que la carne vacuna continúa aumentando por encima del promedio general de precios, presionada por una menor disponibilidad de hacienda a nivel regional y nacional.
Medido en dólares, el fenómeno también resulta significativo. De acuerdo con el relevamiento del INTA, el aumento mensual fue del 3,2%, ubicando el kilo de asado en torno a los 9,8 dólares, un dato clave para comparar la evolución del precio argentino con otros mercados y con el poder adquisitivo real.
El salto del asado a nivel nacional
Mientras en la Patagonia los incrementos fueron moderados en términos relativos, a nivel nacional el precio del asado volvió a encender alarmas. Según el INDEC, el kilo cerró noviembre en 13.304 pesos, casi 2.000 pesos más que en octubre, cuando se ubicaba en 11.775 pesos. La suba mensual fue del 13%, muy por encima del Índice de Precios al Consumidor.
El contraste es contundente: con una inflación general del 2,5%, el asado aumentó más de cinco veces ese valor. En términos interanuales, la diferencia es aún mayor. Mientras la inflación ronda el 31%, el precio del asado acumuló un incremento del 85% en los últimos doce meses.
Este proceso provocó un fenómeno poco habitual: hoy la diferencia de precios promedio entre el asado del norte del país y el de la Patagonia se redujo a apenas un 5%, un nivel que no se registraba desde hace más de dos décadas.
Por qué se achicó la brecha
La convergencia de precios responde a varios factores, aunque el principal es la flexibilización de la barrera sanitaria, que permitió aumentar la oferta en los mercados patagónicos. Más carne disponible derivó, como era esperable, en precios más competitivos.
A esto se suma un contexto nacional marcado por la escasez de hacienda para faena, la caída de la producción y el aumento de la participación de la exportación en las zonas productoras del país. La mayor demanda externa, incentivada por mejores precios en dólares, reduce la oferta para el mercado interno y presiona los valores en las grandes plazas de consumo.
En la Patagonia, este impacto es menor. Si bien la producción regional también cayó, la incidencia de la exportación es marginal, lo que funciona como un amortiguador frente a subas más abruptas.
Un nuevo escenario en transición
El mercado del asado en el norte de la Patagonia atraviesa así una etapa de transición. Los consumidores ya no enfrentan la histórica desventaja de precios, pero tampoco están al margen de las tensiones que afectan al conjunto del país.
El desafío hacia adelante será sostener este nuevo equilibrio sin desalentar la producción ni generar nuevas distorsiones en la cadena cárnica. En Argentina, el precio del asado sigue siendo mucho más que un dato económico: es un verdadero termómetro social, cultural y político.
Fuente: Medios
