Los artistas rusos se retiran de la bienal de Venecia

La guerra en Ucrania toca nuevamente el mundo del arte con el cierre del Pabellón ruso en la 59ª Exposición Internacional de Arte en Venecia.

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Cada vez que las bombas hacen sonar sus amenazantes estallidos, la cultura de la humanidad retrocede cientos de pasos: este año la Bienal de Venecia (23 de abril - 27 de noviembre 2022), considerada uno de los eventos artísticos más importantes del mundo, no contará con la invalorable participación de los artistas rusos.

Permítanme ser claro: lo que está sucediendo en Ucrania es un horror que debe condenarse sin demora, lo que nos obliga a no permanecer en silencio ante la tragedia humanitaria y la violencia que se está produciendo en los últimos días. Precisamente por eso es legítimo preguntarnos si la opción radical de silenciar la presencia rusa en la manifestación más relevante del arte contemporáneo es la mejor elección posible. Si la Bienal “sigue siendo el lugar de encuentro entre los pueblos a través de las artes y la cultura y condena a quienes impiden violentamente el diálogo en nombre de la paz”, como afirma la Institución, es justo que los artistas de todas las naciones sean libres de hacer oír su voz.

Cada aspecto de la vida puede ser enfrentado y potencialmente transformado a través del arte. El arte puede brindar herramientas para “buscar y reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es el infierno, hacerlo perdurar y darle espacio”, retomando el epílogo de “Las Ciudades invisibles” de Italo Calvino. El arte es una herramienta de diálogo muy poderosa entre los pueblos que no puede ni debe detenerse. El arte ha demostrado reiteradamente que puede desencadenar procesos de cohesión social. El arte juega un papel crucial en la configuración de las sociedades. Por todas estas razones, no podemos quedarnos indiferentes ante la gran ausencia del pabellón ruso en la 59ª Bienal de Venecia, no podemos dejar de ser solidarios con los extraordinarios artistas de ese pueblo.

El pabellón ruso podría haber estado allí, dejando la puerta abierta y dando la bienvenida a cualquiera que quisiera entrar, para mostrarse presente y disponible para el diálogo, aunque solo sea por el sano espíritu de participación en nombre de una cultura que ha dado a la humanidad excelentes artistas. Inevitablemente el silencio será más ensordecedor que la guerra.

¿Es verdaderamente una elección valiente la autocensura de artistas y curadores, víctimas, a su vez, de malas decisiones ajenas a su voluntad, o es el deseo de evitar estar bajo el fuego cruzado de la opinión pública internacional, que en voz alta llama a todas las figuras públicas rusas a tomar una posición contra su país, o se trata de alguna repercusión política en casa? Desde cualquier punto que se mire el tema, es claro que la opción de no participar significa no exponerse de un lado o del otro. Si dejamos la lógica del arte como puro objeto decorativo y reconocemos su capacidad de despertar conciencias e imaginación también como acción política y herramienta de investigación social, precisamente porque en este momento muere gente inocente bajo las bombas, es muy urgente que el Arte “hable” y se exprese siempre de la forma más libre posible. Es cierto que es un asunto extremadamente complejo. Somos muy conscientes, de hecho, de que los pabellones nacionales son financiados por los gobiernos y, a menudo, son una expresión de la política dominante, pero, precisamente por eso, una máquina gigantesca como la de la Bienal debe encontrar la manera de proteger el punto de vista de todos. Es una derrota no solo para la Bienal, sino para todo el sistema. Después de todo, lo sabemos: el silencio siempre ha sido la opción más cómoda para el poder.

* Profesor Nelson Salvati

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