El salto de una bailarina argentina para llegar a ser solista en un ballet europeo
Daiana Ruiz revela cuándo su carrera dio un giro, su viaje a Alemania sin saber el idioma hasta la actualidad que la encuentra como solista en el prestigioso Ballet Stuttgart.
Valencia Troncoso/GrupoPost
Daiana Ruiz es la segunda generación de bailarinas de su familia. Su madre, Patricia Motos, se dedica a la danza y hace 30 años fundó la Escuela de Danzas Bella Durmiente en la provincia de Mendoza. Daiana, luego de estudiar en el Teatro Colón, fue invitada a formar parte del reconocido ballet alemán Stuttgart. Y ahora su carrera subió otro escalón: es solista de esa compañÃa alemana, máximo cargo que la coloca como una de las pocas bailarinas estrellas de nuestro paÃs en un ballet de prestigio europeo.
El primer tutú
Su primer recuerdo con la danza es a los 3 años, viendo bailar a su madre con el maestro Elio Torres, que tiempo más tarde también serÃa su profesor. A los 10 años la vida le indicaba el camino a seguir, en esta ocasión acompañó a su madre a un curso para profesores de danza en el Teatro Colón, la maestra que dictó la capacitación vio el talento de Daiana y le recomendó a Patricia Motos que la inscribiera en la escuela de ballet del Teatro Colón, que son ocho años de carrera. En ese momento no la aceptaron, era muy chica, pero como la vieron alta y con un futuro prometedor le guardaron una vacante para el año siguiente. Finalmente, a la edad de 11 años entró al famoso teatro argentino.
"Fue un perÃodo muy fuerte para toda la familia, mi mamá viajaba cada 15 dÃas a Buenos Aires (...) fue una movilización para toda la familia, mi papá se quedaba en Mendoza con mi hermano y yo me iba", relata Daiana.
La talentosa artista se graduó con el promedio más alto y consiguió un reconocimiento por su desempeño. A los 14 años le ofrecieron una beca desde Francia, pero le debió rechazar por su corta edad. Durante su último año de carrera integró el ballet juvenil del Colón y luego la contrataron del Ballet Estable del Colón. Su salto a una compañÃa europea serÃa inminente.
Después de seis años de su llegada al Ballet Stuttgart de Alemania, este año le otorgaron el honor de ser promovida al cargo de solista, un privilegio que pocos bailarines argentinos consiguen. "Es una alegrÃa y toda una responsabilidad", advierte ella.
Alemania, pandemia y afectos
Daiana Ruiz asegura que siempre tuvo la inquietud de "saber cómo era la vida del bailarÃn, del ballet y cómo se desenvolvÃa la danza en Europa", hasta ese momento no habÃa tenido la posibilidad de hacer algún tipo de intercambio. Pero otra vez el éxito tocaba su puerta, desde Londres arribó un maestro del Royal Ballet (primera compañÃa del Reino Unido) y le propuso presentarse al ballet londinense.
"Era un sueño inmenso que alguien me diga que tenÃa el nivel y la capacidad para irme a Europa. Entonces, ahà tomé la decisión de viajar por un mes e ir tomando clases en distintas compañÃas de Europa; fui a Suiza, Alemania, Bélgica, Londres. A partir de estos viajes es que me ofrecieron contratos", nos cuenta.
Para entender el destino que le esperaba a Daiana primero hay que saber que el coreógrafo sudafricano John Cranko (1927-1973) fue quien llevó a la fama al Ballet Stuttgart de Alemania, y que también lo fundó. La bailarina argentina habÃa estudiado a este coreógrafo cuando estaba en el Teatro Colón y desde ese momento "querÃa conocer esa compañÃa donde nacieron estos ballets". Es por esto que pidió permiso para tomar clases en esa institución, en octubre de 2016. Su sorpresa fue mayor, ya que el director la vio bailar y su talento brilló nuevamente, el hombre no dudó en ofrecerle un contrato, la única dificultad es que no tenÃan convenios disponibles en ese momento.
Ph: Stuttgart ballet
Mientras, Daiana seguÃa de gira con el Teatro Colón, visitó Egipto, Viena y Grecia. Ella recuerda el momento exacto donde cambiarÃa nuevamente su vida: "Estábamos llegando a Grecia, en el aeropuerto y recibo un email de Stuttgart que tenÃa un contrato disponible para mÃ, fue una locura, yo no hablaba inglés, no estaba preparada para esto, mi idea original era solo tomar clases". Entonces, decidió volver de esa gira y preparar todo para irse.
"Los primeros dÃas lloraba, sabÃa que estaba viviendo un sueño y que querÃa estar ahÃ, pero me sentÃa tan extraña. Iba al supermercado y pasaba dos horas con Google tratando de entender en alemán los nombres de los alimentos", rememora ya como una anécdota. Hoy por hoy reconoce que Stuttgart y Alemania la recibieron con los brazos abiertos y que es su casa y es muy feliz viviendo allÃ, aunque remarca: "No deja de haber una partecita de uno que no deja de extrañar su lugar natal".
En el marco de la pandemia que le tocó vivir en Alemania reconoce que "fue muy difÃcil aceptar que no podÃa volver a casa". A Daiana la cuarentena le demostró que ese era su hogar, y que no estaba de paso. Y concluye: "La pandemia me redujo a estar en mi casa y a lo que yo habÃa formado en Stuttgart que no tenÃa que ver con el ballet".
Derribando mitos de la danza
La danza implica ser disciplinado y para Daiana esto es un regalo de su profesión. Enfatiza que "muchas veces me preguntan sobre la alimentación, y me dicen: ‘¡Ay, qué sacrificio!'. Y yo digo que no es un sacrificio, el sacrificio que no se ve es alimentar erróneamente a un cuerpo comiendo pizza todo el tiempo". Ella cree que "todos podrÃamos adoptar esa disciplina y es una forma de quererse a uno mismo y de cuidarse".
Otro de los mitos que quiere destruir es la idea de la danza como una actividad elitista. "Todos nos podemos acercar a la danza porque tanto para el público como para nosotros, los bailarines, es poder dejar nuestro mundo, los problemas, las preocupaciones y entregarnos a lo que el arte tiene para darnos, que es regalarnos un momento mágico".