Así fue el operativo que terminó con la detención de Fred Machado en Viedma

El empresario fue arrestado en su chacra tras el fallo de la Corte y la orden de Milei. Está detenido en la U12.

Hasta las cuatro de la tarde, la rutina en el kilómetro 20 de la ruta provincial N°1, que une Viedma con El Cóndor, transcurría sin sobresaltos. La brisa del valle y el movimiento de algunos vehículos hacia la costa marcaban el ritmo habitual del día. En la chacra de portón blanco, rodeada de álamos y silencio, Federico “Fred” Machado cumplía su arresto domiciliario. Nada hacía prever que, en pocas horas, su situación daría un giro definitivo.

A las 16.30, la calma se rompió. Tres autos y una camioneta de la Policía Federal Argentina irrumpieron en el camino de acceso y tomaron posición alrededor del predio. Afuera, la escena era de sigilo, pero adentro la tensión era visible. Los efectivos tenían una orden precisa: detener al empresario y hacer efectiva la extradición a Estados Unidos, donde lo espera un juicio por narcotráfico, lavado de activos y fraude.

La orden se había activado apenas unas horas después de que la Corte Suprema de Justicia dejara firme el pedido de extradición y que el presidente Javier Milei dispusiera avanzar sin demoras. La instrucción fue clara: cumplir de inmediato con la medida judicial y completar los pasos administrativos y diplomáticos.

Una escena que sorprendió a todos

Machado no esperaba la visita. Según testigos, había mantenido contacto con periodistas ese mismo día. Cuando los agentes federales se presentaron, se mostró sorprendido pero no opuso resistencia. Fue esposado con discreción y conducido hasta la camioneta que encabezaba el operativo.

En el momento del arresto, su hermana Malena salió hasta el portón eléctrico para hablar con los medios que ya se habían acercado. “Era una tarde tranquila y de repente fue disruptivo. No esperábamos que ocurriera en este momento”, comentó con evidente desconcierto.

A las 18.30, el convoy policial regresó a Viedma. Tres camionetas ingresaron a la Delegación de la Policía Federal sobre la calle Garrone, en pleno centro de la ciudad. El tránsito fue interrumpido y, en pocos minutos, decenas de curiosos y transeúntes se acercaron al cordón de seguridad para presenciar la llegada del detenido.

Machado viajaba en el asiento trasero, custodiado por dos uniformados. A través del vidrio, se lo vio tranquilo e incluso sonriente cuando observó a los reporteros gráficos que registraban el momento. Minutos después, fue ingresado al edificio.

De la chacra al penal

Tras el paso por la sede policial, el empresario fue trasladado a la Unidad Penal Federal, donde permanecerá bajo custodia mientras se completan los trámites formales para su extradición. El operativo finalizó sin incidentes, aunque dejó una sensación de sorpresa generalizada en la capital rionegrina.

El despliegue, poco habitual en la zona, no pasó desapercibido. Algunos vecinos contaron que al principio pensaron que se trataba de un allanamiento o un control rutinario. Recién al caer la tarde se confirmó la magnitud del procedimiento.

Una medida de alto impacto político y judicial

El operativo en Viedma fue la consecuencia directa de una cadena de decisiones que se resolvieron con inusual velocidad en Buenos Aires. La Corte Suprema, en fallo unánime, confirmó la extradición solicitada por Estados Unidos y rechazó el recurso presentado por la defensa. Pocas horas después, el presidente Milei firmó la instrucción al Poder Ejecutivo para concretar el traslado.

En Estados Unidos, Machado enfrenta acusaciones por integrar una red internacional de tráfico de cocaína y lavado de dinero a través de empresas vinculadas al transporte aéreo. Su nombre figura en una investigación que lleva más de cuatro años y que involucra a otros empresarios latinoamericanos.

En Viedma, su figura siempre generó polémica. Empresario del sector aeronáutico, con inversiones en minería y negocios en la región, su arresto domiciliario lo había mantenido en una zona gris: visible, pero apartado.

La noche después del operativo

Cuando la oscuridad cayó sobre Viedma, el movimiento en la Delegación Federal disminuyó. En la vereda todavía quedaban curiosos y algunos medios locales. Pasadas las 21, un móvil del Servicio Penitenciario Federal trasladó a Machado hacia la unidad carcelaria, cerrando una jornada que muchos describieron como “extraña” e “inesperada”.

En menos de ocho horas, la decisión judicial, la orden presidencial y la acción policial se alinearon para ejecutar una medida que se esperaba desde hacía años. El caso, que comenzó en los tribunales federales de Neuquén, tuvo su punto final, al menos en territorio argentino, en una chacra a orillas del río Negro.

Una tarde cualquiera en Viedma se convirtió, de repente, en un capítulo clave de una historia con repercusiones internacionales.

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