La implementación de la boleta única de papel en la provincia de Buenos Aires cambia la mecánica electoral y obliga a los partidos a repensar su estrategia de campaña, fiscalización y contacto con los votantes. A diferencia del esquema tradicional de boletas separadas por partido, ahora todos los candidatos figuran en una misma hoja por categoría, lo que promete reducir el robo de boletas y los costos, pero plantea desafíos para fuerzas con menor estructura territorial.
Desde el oficialismo provincial admiten dificultades para destacar sus listas en una grilla saturada, mientras que la oposición celebra el cambio como un avance en transparencia. Los equipos de campaña ahora se enfocan en personalizar la imagen de sus candidatos y garantizar claridad visual en la boleta. La fiscalización se centrará en procedimientos y escrutinio, en lugar de la reposición de boletas, lo que requiere capacitación técnica específica.
Uno de los principales desafíos es educar al votante, considerando que la provincia concentra más del 37% del padrón electoral. Para ello, se preparan tutoriales y simuladores que ayuden a los ciudadanos a familiarizarse con el nuevo formato y evitar confusiones que puedan afectar los resultados. También se anticipan dudas sobre la velocidad del escrutinio en un distrito tan amplio.

En un contexto de desconfianza institucional, el éxito del sistema dependerá de su correcta ejecución y de la adaptación de los actores políticos. De consolidarse, la boleta única de papel podría servir como modelo para una futura reforma electoral a nivel nacional.
Fuente: Medios







