Campaña singular. Entre la veda y el “espertáculo” libertario

El caso Espert incomoda a los candidatos libertarios. La Neuquinidad apuesta al despliegue militante ante la veda de los actos oficiales. El kirchnerismo celebra los desatinos de Milei, pero encuentra los límites de pasado reciente. Una campaña todavía extraña a las grandes mayorías.

A solo tres semanas de la elección para diputados y senadores varios factores empujan hacia una campaña electoral que no termina de generar expectativas. La Libertad Avanza transita su peor crisis de legitimidad, el gobierno de La Neuquinidad, en cumplimiento de la veda, prescinde de publicitar su principal fortaleza, la gestión. El peronismo agota sus apariciones públicas en celebrar los desatinos del oficialismo nacional, aunque sin desplegar un modelo alternativo que reavive el triste recuerdo de su último paso por la casa rosada. La apatía general y el carácter legislativo de la elección hacen el resto.

Desplegar empatía y conquistar el favor de los ciudadanos nunca fue tarea fácil. Hacerlo en condiciones adversas, como las que atraviesa la gesta libertaria, mucho menos. José Luis Espert, candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, ex potencial candidato a gobernador de la misma provincia y figura de extrema cercanía con el presidente Javier Milei, protagoniza el escenario pre-electoral. Acusado de su relación económica con el presunto capo narco Fred Machado, intenta explicar su inocencia ante la acusación de haber recibido un aporte de doscientos mil dólares provenientes del narcotráfico en el año 2019. 

Los ensayos para aclarar la situación no hicieron más que oscurecerla. Como si se tratara de un trauma trabajado en terapia, el candidato libertario experimentó las reacciones de manual: negación, aceptación y adaptación. Tardías y con aspecto a tergiversadas las explicaciones de Espert finalmente llegaron al gran público, aunque nuevos “detalles” erosionan la claridad del caso y complican aún más el presente del candidato bonaerense.

El presidente Milei respaldó la candidatura del cuestionado y los candidatos libertarios en las distintas provincias pagan el precio. Más allá de atribuir las circunstancias a “operetas políticas del kirchnerismo”, cualquier aparición pública en semejante contexto es por lo menos incómoda. Incluso el propio presidente encuentra focos de resistencia en la agenda de recorridas que Karina Milei y Santiago Caputo diseñaron en una especie de estrategia para la resurrección. La visita de Javier Milei a la provincia de Santa Fe incluyó manifestaciones de rechazo, cinco detenidos y la necesidad de intensificar la seguridad para resguardar la paz de la actividad proselitista. Un escenario difícil de imaginar hace apenas unos meses atrás, cuando Javier Milei gozaba de una legitimidad prolongada y llamativa para la mayoría de los analistas. 

La cruzada libertaria llega al último tramo de campaña lejos de su pretendida superioridad moral sobre la casta, con la macroeconomía en tensión y la microeconomía estancada.  ¿Se trata de una derrota anunciada? No es seguro. Los observadores más prudentes intuyen la posibilidad de un voto no confeso de buena parte de la sociedad. Una suerte de reminiscencia de aquel “yo no lo voté” que en 1995 le diera la reelección a Carlos Menem sin la explícita adhesión de sus propios votantes. Con todo, es esperable una merma en el respaldo al oficialismo nacional y la presencia de un fenómeno creciente: el abstencionismo de los desencantados.

Los candidatos de la Neuquinidad, mucho más holgados de discurso, se encargan de insistir en la defensa de la provincia frente a intereses foráneos. Eximidos del triste espectáculo que ofrece la política nacional, promueven los logros de una gestión de gobierno que a dos años de su asunción tiene para mostrar un camino alternativo a la grieta. Sus límites llegaron esta semana desde otros lares. Esta semana, la justicia electoral federal se encargó de recordar a los partidos políticos el artículo 64 del código electoral:

“Queda prohibido durante los veinticinco (25) días anteriores a la fecha fijada para la celebración de las elecciones… la realización de todo acto de gobierno que pueda promover la captación del sufragio a favor de cualquiera de los candidatos a cargos públicos electivos nacionales, o de las agrupaciones por las que compiten”.

Se trata de uno de los intentos legislados para impedir que los oficialismos hagan uso electoral de sus facultades institucionales. Una separación Estado – Partido que pretende, entre otras cosas, evitar la utilización del Estado con fines electorales.

Así las cosas, los candidatos de la neuquinidad deberán transitar el mes de octubre prescindiendo del potencial que ofrecen las tarimas oficiales. Una circunstancia prevista que transfiere la responsabilidad de la campaña hacia el despliegue territorial, la militancia activa, las estrategias comunicacionales y la omnipresencia de los titulares de las listas en toda la geografía provincial. Se trata de una exigencia a la cual los armadores de campaña observan sin demasiada preocupación: “estaba previsto, si los candidatos cuentan lo que hicimos se verá la diferencia” argumentan en la mesa chica del oficialismo provincial. Una buena oportunidad para que los dirigentes de las distintas localidades y regiones exhiban el caudal electoral que pueden ofrecer al proyecto político en sus zonas de influencia. Un instrumento de medición que también juega puertas adentro de la coalición gobernante para dirimir las candidaturas de cara al cercano 2027.

El peronismo neuquino por su parte atraviesa su propio desafío. Intenta extrapolar hacia la provincia la tensión entre el kirchnerismo y los libertarios. Se trata de nacionalizar la elección para sostener el núcleo duro anti-milei detrás de los candidatos de Fuerza Patria. Una estrategia que por obvia no deja de ser necesaria. Aunque también el kirchnerismo, aun en la debilidad libertaria, se encuentra con sus propios límites. 

Al tiempo que celebra sus triunfos ante los vetos de Milei en el congreso, se deleita con la desnudez de José Luis Espert y observa con expectativas las dificultades del modelo liberal, carece de un discurso propositivo. La alternativa ante el potencial desmadre libertario no encuentra aún nitidez en referentes nacionales convocantes. Sobre mojado, buena parte del discurso en defensa del Estado presente fue absorbido por la gestión de Rolando Figueroa en su encendida defensa del sector público como agente de desarrollo.

Con sus oportunidades y amenazas, cada uno de los sectores que prometen protagonizar la elección del próximo 26 de octubre transitan una campaña singular. Más allá de los activistas y ciertos colectivos fuertemente politizados, amplios sectores de la ciudadanía, ocupados en su día a día, no parecen demasiado atentos a los pormenores de una disputa todavía extraña. Serán tres semanas en las cuales se espera, y sería democráticamente deseable, que los contenidos del debate ganen calidad y tengan más que ver con el presente de las grandes mayorías.

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