El último informe de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro) trajo buenas noticias para el Alto Valle: las peras y manzanas pasaron a la categoría “verde” en el Semáforo de Economías Regionales, un indicador que mide mensualmente la evolución del negocio agropecuario en todo el país.
El estudio, correspondiente a agosto, muestra que seis actividades se encuentran en zona verde, ocho en amarilla y cinco en roja, reflejando un panorama aún heterogéneo, pero con señales de mejora en varios sectores. Entre los rubros destacados se encuentra el complejo de peras y manzanas, que logró revertir la tendencia negativa de los últimos meses gracias a la suba de precios y al repunte exportador.
De acuerdo con el relevamiento, el kilo de manzanas y peras se pagó en promedio $1474 al exportador, un incremento del 6% respecto a julio y del 30% interanual. Aunque el valor todavía se ubica por debajo de los costos productivos, estimados en un 36% más, el repunte abre una expectativa favorable para los productores frutícolas de la región.
En materia de comercio exterior, el desempeño también fue positivo: las exportaciones del complejo frutícola alcanzaron los US$436 millones en el último año, un crecimiento del 49% interanual. En paralelo, las importaciones mostraron una suba moderada del 18%, pasando de 4,1 a 4,9 millones de dólares.

Desde Coninagro destacaron que el avance “marca un punto de inflexión luego de un ciclo complejo”. “La mejora en precios y demanda externa muestra que las peras y manzanas comienzan a salir de una etapa de rentabilidad limitada. Es un dato alentador para el Alto Valle y toda la cadena productiva”, expresaron desde la entidad.
El informe también señala que el valor de las frutas logró superar el ritmo de la inflación, estimada en 33,6% anual, mientras que el componente “negocio”, que mide la relación entre precios y costos, fue el principal motor que llevó al sector a la categoría verde.
Con estas cifras, el Alto Valle vuelve a posicionarse como un eje clave en la recuperación de las economías regionales, con la expectativa de consolidar un nuevo ciclo de estabilidad y crecimiento para la fruticultura patagónica.