Todas las grandes obras que ampliaron la infraestructura de Vaca Muerta tuvieron un punto en común: el protagonismo de un grupo reducido, pero altamente calificado, de soldadores turcos, considerados entre los más buscados del mundo.
Su llegada se produjo en 2022, durante la construcción del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (rebautizado luego como Perito Moreno por el gobierno de Javier Milei). Desde entonces, estos especialistas participaron también en la Reversión del Gasoducto Norte, el Duplicar Plus de Oldelval y actualmente trabajan en la recta final del VMOS, el mayor oleoducto de la historia argentina.
Su conocimiento en el manejo de soldadoras automáticas (equipos robotizados capaces de unir caños de 30 pulgadas en menos de un minuto) los convierte en piezas esenciales de cada proyecto.
“Los turcos y los filipinos son los únicos especializados en estas máquinas. Pero los turcos se adaptan mejor: son muy trabajadores y culturalmente parecidos a nosotros. De todos modos, estamos capacitando técnicos argentinos para los próximos proyectos”, explicaron desde el consorcio Techint-Sacde, a cargo de la obra que conecta Vaca Muerta con la costa de Río Negro a lo largo de 437 kilómetros.
Uno de ellos es Iskender Ucmaz, quien lleva tres años trabajando en obras vinculadas al desarrollo energético neuquino y asegura estar “argentinizado”. “Vine para el GPNK, después trabajé en Córdoba y ahora estoy en el VMOS. Me gusta mucho Argentina, se trabaja bien, el clima es perfecto. Me encantan el asado, el fútbol y la gente”, cuenta en un español precario, pero entusiasta.
Iskender lidera un equipo de 23 compatriotas de la empresa BTC, que junto a los más de 2.100 trabajadores de la obra lograron romper el récord latinoamericano de soldaduras diarias, con 175 uniones en un solo día y un promedio de 140. “En el GPNK hacíamos entre 60 y 70. La clave fue la logística y el mismo equipo trabajando junto desde 2022”, señalaron desde la constructora.
El ritmo de trabajo es intenso: 28 días corridos por 7 de descanso, aunque los turcos suelen mantener una rutina de seis días de labor y uno libre, que aprovechan para descansar en Las Grutas, a unos 150 kilómetros del campamento.
“Trabajar acá es igual que en cualquier parte del mundo —dice Iskender—. Lo único distinto es el sindicato: en Argentina es muy fuerte”. Sobre su salario, se niega a dar detalles. “En Turquía, preguntar por la edad o el dinero está mal visto”, explica con una sonrisa.
Fuente: Medios







