Antonio Ortega comenzó su camino en la agricultura observando el esfuerzo de sus padres con las cosechas de peras, manzanas, uvas y tomates. Buscando un proyecto que pudiera manejar por completo, desde la siembra hasta la venta, decidió enfocarse en la multiplicación de plantines de frutilla, a pesar de los pronósticos de quienes le decían que fracasaría.
Hoy, más de 50 años después, su trabajo lo llevó a fundar Patagonia Agrícola SA, una empresa que trasciende fronteras y exporta millones de plantines a países como Brasil, Colombia, e incluso en el pasado a Países Bajos y Emiratos Árabes.
Hijo de agricultores españoles y oriundo de Bowen, Mendoza, Antonio tiene solo seis años de escuela primaria y seis meses de formación agrícola. Sin embargo, su experiencia y relaciones construidas durante casi seis décadas le permitieron expandir la empresa con viveros en Plottier (Neuquén) y El Maitén (Chubut), y plantas procesadoras en Plottier y Coronda (Santa Fe).
Antonio se define como “nómade”. Antes de establecerse en Plottier en 2001, Patagonia Agrícola estuvo 10 años en Lamarque (Río Negro) y 5 en Mendoza, siempre en busca de las mejores condiciones para la producción de plantines. En Plottier encontró tres elementos clave: amplitud térmica, temperatura óptima del suelo y agua pura del río Limay, perfecta para el riego. Además, el suelo arenoso facilita la preparación y el control de los nutrientes necesarios para las frutillas.
En El Maitén, la empresa aprovecha el agua de deshielo mediante perforaciones subterráneas, similar a la calidad del Limay, asegurando el desarrollo óptimo de las plantas incluso en terrenos distintos. Ortega también advierte sobre los efectos del calentamiento de la Patagonia, que altera los ciclos de frío necesarios para ciertas cosechas.
Cómo funciona Patagonia Agrícola

La empresa se dedica a la multiplicación de plantines de frutilla, comenzando por variedades importadas desde Estados Unidos mediante contratos con la Universidad de California.
Los viveros cuentan con asesoramiento de genetistas estadounidenses para seleccionar las variedades más adecuadas a la región. El riego es por aspersión, con agua de gran pureza, y la cosecha de los plantines se realiza con maquinaria entre abril y mayo, generalmente de noche para aprovechar bajas temperaturas.
El producto final es la plantita a raíz desnuda y lavada, lista para la venta. La distribución se divide casi en partes iguales entre mercado interno y externo: millones de plantines se envían cada año a Brasil y Colombia, mientras que en Argentina abastecen provincias como Buenos Aires, Santa Fe, Jujuy, Salta, Tucumán, Corrientes y Entre Ríos. En Neuquén, alrededor del 80% de las plantaciones de frutilla provienen de sus plantines.
Algunas de las variedades que comercializa bajo la marca Don Antonio son San Andreas, Albión, Aromas, Rábida, Rociera, Fronteras y Camino Real.

Presente y futuro
Antonio reconoce los desafíos que enfrenta, especialmente con las instituciones estatales y la urbanización cerca de sus viveros, que dificulta la aprobación para exportación. A sus 75 años, mira hacia adelante con proyectos a 15 años, confiando en que sus hijos continuarán el legado y seguirán expandiendo la actividad agrícola.
Asegura que si algún día no pudiera seguir con los plantines de frutilla, se iría del país. Mientras tanto, su visión y pasión por la actividad mantienen viva la expansión y el prestigio de Patagonia Agrícola SA.
Fuente: Medios