Arranca el gobierno de Figueroa. Crisis, urgencias y una provincia injusta
Ante una legislatura colmada, luego de la asunción de 35 diputados y algunos aburridos menesteres administrativos, finalmente Rolando Figueroa tomó el mando del gobierno provincial.
Lo político...
"Neuquén está injusta". Fue la definición que el nuevo mandatario eligió para agregar un adjetivo original al presente de la provincia. La construcción de un escenario dantesco suele ser un lugar común en los discursos inaugurales. Una técnica retórica que ofrece margen a los recién llegados. En la provincia se suman dos singularidades. Primero, la continuidad sexagenaria del mismo partido había dejado olvidada esta vieja práctica disruptiva entre los entrantes y los salientes. Segundo, esta vez la prosa no requirió demasiada creatividad, el diagnóstico fue tan crudo como cierto. La mayor parte de las alarmas encendidas por el nuevo mandatario provienen de datos que no admiten demasiada libertad de interpretación. Exceso de gastos corrientes, corrupción, prácticas clientelares, cuentas en rojo, sistema de salud deteriorado y emergencia educativa. Un diagnóstico compartido con el discurso opositor de los últimos 25 años, aunque con una salvedad que lo diferencia. Lejos de la ruptura con las banderas del partido provincial, se trataría de separar la paja del trigo, rescatar los años dorados de Don Felipe, y construir un gobierno transversal que obvie las pertenencias partidarias. En boca del nuevo oficialismo, el estado de situación adquiere volumen y sugiere intenciones de cambio.
La economía...
"Justo que llegamos nosotros achican todas las áreas". La frase la soltó un tradicional dirigente de la oposición y despertó risas en una ronda de chismes políticos. La graciosa ocurrencia, resumió el ánimo de austeridad que minutos antes Figueroa había anticipado en el recinto. "Tenemos una provincia con recursos pero que tiene el cuarenta por ciento de pobreza" dijo el nuevo mandatario. Fue la primera frase del gobernador ante los legisladores. Neuquén descansa más en las expectativas de Vaca Muerta, que en la actualidad de sus deficitarios balances financieros. Bajo esa premisa, Figueroa auguró una administración austera que vele por el cuidado de los recursos públicos. "Todos tenemos el pensamiento de que somos un estado rico, y estamos equivocados, tenemos potencialidad, pero no somos de ninguna manera un Estado rico" argumentó Figueroa.
Buscando llegar al detalle, Figueroa recorrió algunas variables testigo de las cuentas provinciales. Bajo la doble crisis social y económica, los gastos tienen una evolución galopante y cada vez son más escasos los recursos que llegan vía coparticipación. Las variables macroeconómicas, determinadas por el Estado nacional fijan parámetros que "reconocen un escaso valor por nuestros productos primarios y se nos saca un porcentaje sobre nuestras exportaciones". Es el contexto que explicaría el desfinanciamiento de una provincia desordenada e injusta. La deuda consolidada asciende a 1160 millones de dólares, con vencimientos en 2024 por 300 millones de dólares y una deuda flotante superior a los 30 mil millones de pesos. "Estamos pagando aguinaldos de diciembre con anticipos de regalías". Esta radiografía económico-financiera derivó en una máxima de la nueva administración: "el costo lo tiene que pagar la política" dijo Figueroa antes del primer anuncio: la eliminación de las jubilaciones de privilegio. Un anuncio in-your-face ante legisladores y jueces que escuchaban ese tramo con algo de resignación.
El repaso de lo que se viene, se completó con la preocupación por los femicidios, el desarrollo del federalismo hacia el interior de la provincia y el "Plan de Regionalización", un agresivo programa de becas para estudiantes y la reconstrucción del sistema público de salud. Se trata del nacimiento de un nuevo liderazgo en la provincia. Un gobierno diverso que absorbe viejas reivindicaciones y nuevos desafíos. Este lunes, las oficinas públicas del Estado provincial recibirán a los entrantes ministros y secretarios del gabinete. Por primera vez en sesenta años, un gobierno puede intentar diferenciarse de las últimas seis décadas en la gestión pública. Mejores o no, se verá, corren nuevos tiempos.